Y el último de los días, subimos en funicular a Taormina, la calles son preciosas, y las vistas increibles.
Procuré ponerme ropa de verano después del calor del día anterior, pero es que le dió por llover, regateé con un indio que vendía paraguas y compre uno con el que hicimos el imbécil cuando dejó de llover.
Dimos un paseo por el coliseo, donde un hombre se puso a cantar ópera, y la gente le aplaudía.
La última noche estaba reventada, no me dejaban ir a dormir, cuando me largué sin despedirme me agarraron por la sudadera, diciendo: “Tú no eres española”. Y es que aquí para irme a la cama pronto tengo que renunciar a mí nacionalidad, ya que todos saben que los españoles hacemos fiesta hasta la mañana siguiente y que nunca dormimos si hay fiesta, ah! y que siempre llegamos tarde.
El resto de las fotos en picasa.